domingo, agosto 13, 2006


Y en este último salto no sentí el hormigueo en la tripa. El abismo me aterrorizó, y jamás me había ocurrido. Entonces noté que ya no me agarrabas como antes, apenas notaba la punta de tus dedos junto a los míos. ¿Pretendías soltarme? Intuí que alguien te agarraba la otra mano, demasiado fuerte; y no pude parar el golpe contra el suelo.

1 comentario:

pcbcarp dijo...

Nunca ha sido recomendable que el otro extremo de la cuerda lo asegure alguien con quien fornicas. De verdad.