No me agobies
no me llames a todas horas
pero no comuniques cuando quiera hablar contigo.
Regálame tu canción favorita
yo te cantaré la mía.
Pídeme otra cerveza
siéntate a mi lado mientras la bebo
(ríete si quieres de la espuma que se me queda encima del labio).
Cállate, déjame pensar
no sólo pienso en ti
Hazmelo pasar mal, pero no me hieras.
Pon tu mano en la mía
deja que te sienta
porque no estoy nada segura.
(de nuevo "El otro" se ha vuelto a instalar en mi cabeza)

Menos tú. ¿Acaso hay algo que se me resista más? Tengo fama de cabezona.. como tú.

Yo lo que necesito es ponerme a prueba. Nada de conocidos, nada de paisajes ya vistos. Mi maleta, una nueva ciudad y la vida por delante. Estoy ansiosa por ver lo que me deparo a mí misma. Necesito romper esta telaraña llamada rutina que tengo pegada al cuerpo.

Mi rareza radica en mi forma de ver la vida. No soy convencional, no quiero serlo. Tan sólo divago entre la tierra y el cielo para exprimir este remolino de emociones al que llamamos vida y sacar algo en claro.

Lo raro es que exista gente que se empeñe en pasar con los ojos cerrados.

Enhorabuena, has vuelto a cumplir tu misión, estoy segura: naciste para despistarme.

Pero me basto yo solita para enredarme en los hilos de esta realidad.

Quiero las cosas claras, y tu eres demasiado espeso.

Sólo soy un revuelto de sensaciones, estados emocionales, pulsiones, deseos y un almacén de pequeñas cosas que guardo para recordar.

Soy una mujer salvaje, no me controlo, no me reprimo y voy directa hacia el abismo; y aún así tengo la esperanza de que no caeré.

No sé si tengo el super-yo muy débil, o el ello muy fuerte.

Y decirte por ejemplo, lo rara que me parece la vida que llevabamos apenas dos años, lo vacío que era el mundo sin poder experimentar mis teorías, lo seca que era la lluvia sin pisar los charcos contigo.

Yo seré la impar verdadera, pero tú eres el que haces que eso no me importe.

Suena la música, y yo me dejo llevar, mi cuerpo se adueña de la mente y comienza a expresarse. Sabe en cada momento qué necesito, yo bailo, bailo y bailo y cada movimiento es un desahogo, cada pirueta una preocupación menos, cada equilibrio una reorganización de ideas. Entonces, la música para y me tumbo en el suelo extasiada, nada me preocupa, lo he soltado todo.

Soy bohemia por convicción, atea contra pronóstico y bailarina por necesidad.

Creo palabras porque invento mi mundo, leo a filósofos porque destruyen la realidad.

¿Acaso me entiendes tú a mí?

Otra vez de nuevo la eterna duda. Juré que no pasaría estos malos ratos contigo, lo juré cuando yo lloraba y tú te preocupabas por reírte cada vez más; sin embargo, ahora una parte de mí cree necesario llamarte y ofrecerte un hombro donde caigan tus lágrimas. Las mías cayeron al suelo, pero.. ¿es justo que yo haga lo mismo contigo?

Nadie se rompe tanto la cabeza conmigo.

Otoño. Regresan las lluvias, y yo me asomo a la ventana para notar como las gotas caen sobre mi cara, y resbalan por las mejillas. Me encanta el olor a humedad, a hojas secas por el suelo, a nostalgia.. de lo que nunca sucedió; vuelvo a dar la razón a Sabina, me levanto de la silla, y pulso el play, me canta el bueno de Serrat: "Llueve, detrás de los cristales llueve y llueve.."

Es la estación donde renazco.

Escupo palabras porque mi teclado lo permite y mi cabeza las crea. Me baso en la asociación libre, todo está conectado; la realidad existe.

En este mundo de (no) azar ¿quién dirige los hilos de este teatro infinito?

Yo lucho cada día por ser la protagonista de esta tragicomedia.

Hoy quiero poner el mundo patas arriba.. pero no puedo. El caos se me resiste, y lo único que hago es contemplar todo, todo estático inamovible. Y me cuesta comprender que a veces sólo soy espectadora, pero mi butaca es la más incómoda.

Voy a dar una patada al mundo, a ver si por lo menos se rebela y me da otra más fuerte.. por fin.

¿Qué hacer con toda la vida desaprovechada? ¿Por qué la podemos canjear? ¿Acaso se revaloriza con el paso del tiempo?

Ojalá las casa de empeño estuvieran vacías.

No era capaz de abrir los ojos. Cuentan que al final te alejaste, y que no miraste hacia atrás.

Es imposible que ahora te des la vuelta, ahora.. tan lejos, que solamente verías miles de cosas antes de verme a mí.

No te lo reprocho, yo no tenía los ojos abiertos, y, en parte fue porque cada vez prefería más imaginarte que verte cara a cara.

Ahora sin ti delante, poseo una vista más amplia del mundo.

Por fin lo tenía de frente, intentaba llegar hasta mi, soltando carcajadas de espuma, rompiendose en mis pies.

Me he enamorado del mar, soy así de idiota, como todos los idiotas que se enamoran de idiotas, pero yo he tenido la suerte de enamorarme de un elemento, y ya se sabe que ellos nos dan la vida. Me ha devuelto la vida.

Se nos olvida que huir no es de cobardes, es más no hacerlo es de inadaptados.

Ahora, que si las vallas lo impiden no nos queda más que aguantar y buscar desenfrenadamente unos alicates con los que romper la alambrada. Y el que busca, siempre encuentra.

Calculo que han pasado varios meses desde que cerré los ojos, y cuando los volví a abrir me dí cuenta de que hay poco que perder, o lo mismo es que mi vida se vende barata.

Antes quería que me rompieran los esquemas, ahora sólo quiero que no se me noten demasiado los trozos pegados.

Porque estoy hecha de remiendos.

En mi vida he podido hacer grandes cosas, pero no me he atrevido; y sin embargo estoy segura de que no me hubiera arrepentido de hacerlas. He hecho cosas que jamás creí que hiciera y de las que no estaba convencida y sin embargo las hice.

Quizá no dejo de asombrarme a mí misma tanto para bien como para mal, y por eso aún no me he aburrido de mí misma.

Y cuando no puedas apenas levantarte de la cama, ¿Qué bien te hace la Verdad? Ninguno. Porque en realidad lo que nos reconfortan son los relatos, actúan como un chocolate caliente calentando cada parte de tu alma, reconstruyendo las ilusiones que quedaron tiradas por el camino.

Porque al final, a nadie le interesa lo que ocurre en la realidad.