domingo, octubre 22, 2006


Bajo la lluvia te confieso mis pecados. Uno por uno, en una lista interminable. Los voy confesando lentamente pronunciando cada palabra, arrepintiéndome quizá de lo que hice. Las gotas de agua caen sobre mi frente, están limpiando mi rostro, en cierta manera me limpian la conciencia, y penetran hasta mis huesos. Entonces caigo en la cuenta de lo impermeable que es la carne.

1 comentario:

Frozen dijo...

Es difícil librarse del peso del arrepentimiento. Pero arrepentirse no es bueno, errar es humano, hay que aprender, no lamentarse.