
Fuimos obligados a crecer. No nos preguntaron antes de arrebatarnos nuestros juguetes, no supimos cómo hicieron desaparecer los duendes de nuestras cabezas. Nos confirmaron que los príncipes azules no exístian. Nosotros, aturdidos nos aferramos a los cuentos de todas las noches. Consiguieron que como todos los soñadores confundieramos el desencanto con la verdad.